martes, 19 de octubre de 2010

Giles


elsolicitantedescolocado conoció a Don Arturo Jauretche.
Según cuenta, Don Arturo le brindó un par de consejos en tiempos de la resistencia, que le sirvieron para salvar el cuero en dos o tres ocasiones.
Tipo jodido este Don Arturo. Siempre crispado y dispuesto a crispar a cualquiera.
Norberto Galasso reproduce en alguno de los tomos de su obra “Las Polémicas de Jauretche” una crónica de la época, cuando algún dirigente gremial se atrevió a insinuar en presencia del mismo Jauretche, que no expresaba a la clase trabajadora. Por lo que dicen, se lo tuvieron que sacar de las manos, y el dirigente en cuestión huir para salvar parte del pellejo.
Don Arturo militó para desmitificar el aura sacro de los próceres y pensadores de la academia, poner en evidencia a los intérpretes del pensamiento colonizado, y marcar los errores de los “fubistas” entusiastas. A todos ellos los sometió a examen, los provocó e instó a debatir en cuanto foro consideró propicio, como método para contrastar las zonceras que expresaban contra los intereses nacionales.
Esa fue la constante de sus trabajos. Pensar en Nacional. Más allá de las izquierdas y derechas, su preocupación pasó por debatir los temas nacionales pensados desde el interés nacional y con las herramientas de la cultura popular.
Resulta necesario recordar su figura en tiempos que, pareciera, decirle a un periodista o intelectual que se equivoca o miente es una lisa y llana invitación a ser acusado de totalitario o intolerante.
En alguno de sus trabajos (creo que en el prólogo de “El medio pelo en la sociedad argentina”) Don Arturo manifestó que no hablaba desde el lugar del sabio o el vivo.
Que él apenas era un gil avivado. Eso, un gil avivado.

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